miércoles, 15 de marzo de 2017

Hablando del Doctor Muerte...

En la entrada anterior hablaba muy por encima del Doctor Muerte, explicando que lloraba al encontrarse con la realidad de los atentados del 11 de septiembre.

Habrá a quien esta reacción les pueda extrañar (y, siendo justos, es algo que no estaba en el guión sino que lo añadió Romita Jr, el dibujante) pero lo cierto es que en muchas ocasiones los extremos se atraen hasta tal punto que, de alguna manera, se acarician. 

Hablando de la historia del Doctor Muerte, tenemos un ejemplo bastante claro en sus padres: en uno de estos extremos nos encontraríamos a Cynthia, su madre, pactando con Mefisto sin pararse a pensar en otra cosa que en encontrar un lugar al que su gente pueda llamar «hogar», pero sin plantearse, en ningún momento, las fatales consecuencias.


En el otro extremo, tendríamos a Werner, su padre, plenamente consciente de las consecuencias de proteger a su hijo del frío de las montañas de Latveria con su ropa, con su propio cuerpo: moriría para que su hijo sobreviviera.



Victor von Doom viviría con el peso de las consecuencias de los actos de sus padres, que lo empujarían a tomar sus propias decisiones. Aquél que otrora fuera un hijo querido y amado, digno del sacrificio final de su padre, se alzaría como un monstruo con el rostro desfigurado llamado Doctor Muerte.

Sin embargo, las cicatrices de su cara desaparecían pronto: en cuanto asumió que su verdadero rostro era la máscara, dejaron de existir. No ocurrió lo mismo con las heridas de su corazón: necesitaba un poder mucho más allá de los límites de la imaginación para poder curar su dolor más profundo. Para Víctor von Doom el poder sólo tiene un objetivo que sea realmente digno: liberar el alma de su madre.


Hay quien dice que, en la vida, no existe ni el bien ni el mal. En su lugar, sólo hay decisiones. Y sus consecuencias.

Luchar contra los secuaces de Mefisto, desarmado, poniendo en peligro su propia alma, es decidir. Pactar con el Doctor Extraño para intentar lograr el descanso eterno de Cynthia von Doom, es decidir. Conseguir lograr la redención para el alma prisionera de su madre, a cambio de contar con su desprecio eterno, es decidir.

Y es que algunas consecuencias son pesadas. Como una máscara de metal.

Pero, en el fondo, la vida no es más que una sucesión de decisiones... como la que tomó Romita Jr. al dibujar al Doctor Muerte llorando.

«¿Tan difícil era entender "no te muevas"?» (Doctor Extraño).

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